• sábado, 4 de julio de 2009

    Sobre el autor del cuento: "El caos"


    Juan Rodolfo Wilcock (1919 / 1978) , poeta, dramaturgo y escritor argentino, nació en Buenos Aires en 1919. Escribió en español y en italiano.
    Fue uno de los más destacados escritores de la llamada “generación del 40”, que reunió a un grupo de autores notables que produjeron por esos años sobre una línea neorromántica, que más tarde incorporaría elementos de la literatura surrealista.
    El grupo difundía su obra a través de revistas literarias, entre otras Sur, en la que Wilcock colaboró y Verde Memoria, de la que fue director; en ellas publicaba poemas inconformistas e innovadores que oscilan entre la melancolía y el sarcasmo.
    Entre 1949/53 editó los libros Poemas y canciones, Ensayos de poesía lírica, Persecución de las musas menores, Paseo sentimental, Los hermosos días y Sexto. Con poco más de 30 años, recibió el Premio de Poesía de la Sociedad Argentina de Escritores.
    Lingüista y filólogo, dominaba varios idiomas, aptitud que le valió un contrato en Roma (1953) para traducir la versión en castellano de L’Osservatore Romano. Radicado definitivamente en Italia, allí dio a conocer gran parte de su obra, llena de crueldad y humor infrecuentes.
    Il caos (1961), La sinagoga de los iconoclastas (1972), El templo etrusco (1973), de reminiscencia kafkiana pero que deviene en humor y Libro de los monstruos (1978), además de los libros de poesía Luoghi comuni (1961), Poesías españolas (1963) y Cancionero Italiano: 34 poesías de amor (1974), El estereoscopio de los solitarios y Hechos inquietantes, son parte de su producción.
    Ubicado en la primera línea de los intelectuales italianos, cultivó la amistad de figuras tales como Alberto Moravia y Pier Paolo Pasolini y hasta llegó a actuar en la película de este último, El Evangelio según San Mateo, en el papel de Caifás.
    Durante un breve regreso a la Argentina, compuso con Silvina Ocampo la pieza de teatro Los traidores (1956). También cultivó la amistad de Borges y Bioy Casares.
    Su profesión de ingeniero, ejercida en la provincia argentina de Mendoza y luego abandonada, inspiró su novela L’ingegnere (1975), escrita originalmente en italiano.
    Los últimos años de vida, vivió en una casa humilde y aislada en Lubiano di Bagno Regio, provincia de Viterbo, 65 km al noroeste de Roma, donde permaneció solitario hasta su muerte en 1978. En 1980 se hizo una edición póstuma de sus Poesías.


    LOS AMANTES

    Harux y Harix han decidido no levantarse más de la cama: se aman locamente, y no pueden alejarse el uno del otro más de sesenta, setenta centímetros. Así que lo mejor es quedarse en la cama, lejos de los llamados del mundo. Está todavía el teléfono, en la mesa de luz, que a veces suena interrumpiendo sus abrazos: son los parientes que llaman para saber si todo anda bien. Pero también estas llamadas telefónicas familiares se hacen cada vez más raras y lacónicas. Los amantes se levantan solamente para ir al baño, y no siempre; la cama está toda desarreglada, las sábanas gastadas, pero ellos no se dan cuenta, cada uno inmerso en la ola azul de los ojos del otro, sus miembros místicamente entrelazados.
    La primera semana se alimentaron de galletitas, de las que se habían provisto abundantemente. Como se terminaron las galletitas, ahora se comen entre ellos. Anestesiados por el deseo, se arrancan grandes pedazos de carne con los dientes, entre dos besos se devoran la nariz o el dedo meñique, se beben el uno al otro la sangre; después, saciados, hacen de nuevo el amor, como pueden, y se duermen para volver a comenzar cuando se despiertan. Han perdido la cuenta de los días y de las horas. No son lindos de ver, eso es cierto, ensangrentados, descuartizados, pegajosos; pero su amor está más allá de las convenciones.

    Rodolfo Wilcock


    El Teatro Griego




    Teatro Isabelino


    El teatro Isabelino


    LOS TEATROS Y LA REPRESENTACIÓN

    Los teatros públicos en Londres

    Fuera de la jurisdicción de la City, Londres tuvo, durante el periodo isabelino, una decena de teatros permanentes, la mayoría al aire libre, situados al norte y sur del Támesis. Se trataba de teatros de madera, o de madera y ladrillo, con partes techadas de paja, que en algún momento eran pasto fácil del fuego. Solían ser poligonales, con tendencia a la forma circular. Constaban de patio, en el que el público seguía la representación de pie, y dos o tres pisos de galerías. Esta disposición recordaba la de las posadas inglesas (inn) de dos o más pisos, en los que las galerías daban acceso a las habitaciones de huéspedes. A falta de otros locales, los cómicos se habían acostumbrado a actuar en estas posadas. De ahí que, a la hora de construir un teatro, se partiese de la conocida arquitectura de las inns.

    La capacidad de los mejores de estos teatros andaba en torno a los dos mil espectadores. La media de las medidas exteriores estaba en los veinticinco metros de diámetro por diez de alto.