• domingo, 26 de octubre de 2008

    ¿Se convirtió Gregorio Samsa en una cucaracha?

    No: se convirtió en “un monstruoso insecto”. Es cierto que la descripción que hace Kafka sugiere una vaga idea de una cucaracha y, de hecho, existe la tendencia a identificar a Gregorio Samsa con ese insecto. Hay hasta un blog llamado La cucaracha de Kafka.

    La palabra cucaracha no aparece explícitamente en ninguna parte de La metamorfosis. Por otro lado, el insecto descrito tiene unas manchas blancas en la espalda, característica que nunca he visto en estos insectos. Aunque, claro, con más de 3.000 especies es probable que alguna tenga esos puntos. La descripción exacta del insecto kafkiano aparece en el primer párrafo:

    Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.

    Samsa realmente se convirtió en un escarabajo. Claro que tampoco la palabra escarabajo aparece en el texto de Kafka, por lo que es preciso recurrir a la opinión de un experto, en este caso un experto en entomología y literatura, Vladimir Nabokov:

    La cucaracha es un insecto plano de grandes patas y Gregor es todo menos plano: es convexo por las dos caras, la abdominal y la dorsal, y sus patas son pequeñas. Se parece a una cucaracha sólo en un aspecto: en su color marrón. Aparte de esto, tiene un tremendo vientre convexo, dividido en dos segmentos, con una espalda dura y abombada que sugiere unos élitros. En los escarabajos, estos élitros ocultan unas finas alitas que pueden desplegarse y transportar al escarabajo por millas y millas de torpe vuelo. Aunque parezca extraño, el escarabajo Gregor no llega a descubrir que tiene alas bajo el caparazón de su espalda (ésta es una observación que quiero que atesoreis toda vuestra vida. Algunos Gregorios, Pedros y Juanes, no saben que tienen alas).

    Fuente: Jorge Letralia
    (jorgeletralia.blogsome.com)

    No hay comentarios: