• sábado, 1 de noviembre de 2008

    Cosas extrañas

    Una mañana al despertar de un sueño intranquilo, me encontré transformada en una extraña flor. No sólo mi forma era extraña, tenía un fuerte perfume y unos raros colores. No podía saber dónde me encontraba, hasta que por fin descubrí que era un bosque y yo era el ser más chiquito de allí.
    A lo largo de lo días me fui acostumbrando. A veces era aburrido, estar siempre en el mismo lugar y ser movida sólo por el viento no era lo que más me había gustado hacer en otros tiempos.
    Un día, de temperaturas muy altas por cierto, unos insectos gigantes no dejaban de molestarme; sin conocer en totalidad mi nuevo cuerpo comencé a moverme de una forma muy extraña, sin soportar ya a estas criaturas, y moviendo con fuerza mi cabeza, abrí mi boca y tragué a mis enemigos. Desde ese momento ese es mi alimento preferido.



    “Anónima”
    2º C

    1 comentario:

    Anónimo dijo...

    muy buenoo!