
A lo largo de lo días me fui acostumbrando. A veces era aburrido, estar siempre en el mismo lugar y ser movida sólo por el viento no era lo que más me había gustado hacer en otros tiempos.
Un día, de temperaturas muy altas por cierto, unos insectos gigantes no dejaban de molestarme; sin conocer en totalidad mi nuevo cuerpo comencé a moverme de una forma muy extraña, sin soportar ya a estas criaturas, y moviendo con fuerza mi cabeza, abrí mi boca y tragué a mis enemigos. Desde ese momento ese es mi alimento preferido.
“Anónima”
2º C
1 comentario:
muy buenoo!
Publicar un comentario